lunes, 17 de septiembre de 2012

Qué sabes de la sordera?

Está comprobado que después de los 40 años, todas las personas comienzan a escuchar un poco menos. Cada año, a partir de esa edad, se pierde 1% de capacidad de audición. 

En algunos casos, otros personas pierden más que eso y llegan a sufrir de hipoacusia grave. Según cifras que maneja la Organización Mundial de la Salud, el 15% de la población con más de 40 años tiene disminuida su capacidad de oír un 7%, después de los 55 años un 15% y llega al 29% después de los 69. 

Ender Ramos, director de Widex, una empresa de audífonos de alta tecnología con 20 años en el mercado latinoamericano, considera que ante esta importante incidencia, los dispositivos para mejorar la audición deberían ser casi tan comunes como los lentes. No lo son por diversos factores: pocos aceptan su problema, tienen la imagen que los audífonos son grandes y feos y que son de difícil adaptación y temen la estigmatización social. 

Esta reticencia al uso de audífonos es mundial. Dinamarca es el país más desarrollado en cuanto a audífonos auditivos. Tres de las mayores fábricas están allí, incluida Widex, y la seguridad social paga los audífonos de cada danés con hipoacusia. Aún así, menos de la mitad de la población necesitada los utiliza. 

"Siempre se ha pensado que la hipoacusia es un problema de la tercera edad y no es así. La población joven la padece y su incidencia está aumentando", expresó Ramos, durante la presentación de Oscar, un maniquí con sensores similares a los humanos que permite analizar problemas de hipoacusia y el funcionamiento de los audífonos. 

Los indicios que algo no anda bien son diversos. A las personas les puede costar seguir una charla de varias personas, no entienden palabras sueltas, o escuchan la tele muy fuerte. 

Con los avances médicos, la tecnología utilizada en los audífonos mejoró también su apariencia. Ya no son esos plásticos enormes color carne o transparentes que sobresalían notoriamente. Ahora son pequeñas y delgadas medialunas, que se hacen con el color que deseen los pacientes, se colocan detrás de la oreja y se conectan a un aparato hecho a la medida del conducto auditivo con una fibra transparente. 

La recepción de los sonidos también mejora. Una queja frecuente sobre los audífonos de vieja generación es que todos los ruidos se escuchan alto. Por ejemplo, perciben igual de cerca la voz de quien tienen al frente como de la ambulancia que pasa a dos cuadras. Son sonidos que ocurren a distintas frecuencias y el problema es que todas se aumentan por igual. La nueva tecnología permite diferenciar y ajustar cada vez que sea necesario esas frecuencias.

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