Según un estudio, el 40% de los argentinos teme salir a la calle sin su celular
Sienten angustia, ansiedad e irritabilidad por el hecho de estar incomunicados. El trastorno creció 13% en los últimos años, y afecta más a los jóvenes. Los tratamientos disponibles.
La situación es cada vez más común y se puede encontrar en medio de un paseo relajado, una
 salida social o en plena reunión laboral, de pronto una duda absorbe 
los pensamientos y acapara toda la atención: ¿Dónde está mi celular? ¿Lo
 dejé en casa? ¿Lo perdí en el taxi? Y si el dispositivo no aparece, no 
suena o se quedó sin batería, comienza un episodio de angustia desmedida
 e inmediatamente una fuerte ansiedad nos invade por el hecho de estar 
incomunicados.
Hace pocos años, esta situación no afectaba a nadie. Pero ahora se 
está convirtiendo en un síntoma cada vez más común, a tal punto que ya 
tiene nombre propio: nomofobia.
“Podríamos definirla como el miedo irracional a estar sin el teléfono 
móvil; es una abreviatura de la expresión inglesa no-mobile-phone 
phobia", explicó al Diario PERFIL Gabriela Martínez Castro, directora del Centro 
de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (Ceeta). Y agregó: 
“Según nuestra experiencia en la consulta, este síntoma –que asociamos a
 los trastornos de ansiedad y de inseguridad– ya podría estar afectando 
hasta al 40% de la población”.
Aunque no hay datos epidemiológicos, el estudio “Our Mobile Planet” 
de Google que evaluó el impacto del uso de los celulares inteligentes en
 tres mil usuarios del país encontró que el 71% de los argentinos que 
poseen un smartphone no saldría de su hogar sin él. Más allá del número,
 lo cierto es que para varios expertos la sintomatología está en pleno 
aumento: “La cantidad de consultas nos muestra que este padecimiento 
creció 13% en los últimos cuatro años”, aseguró la experta.
Rafael Kichic, jefe de la Clínica de Ansiedad y Estrés del 
Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco), explicó su propia visión 
sobre el tema: “Nosotros consideramos que la nomofobia podría ser un 
síntoma que expresa un trastorno generalizado de ansiedad, no una fobia 
en sí misma, entendida ésta como una reacción desmedida extrema ante una
 situación puntual, como el miedo a volar o a estar encerrados 
(claustrofobia)”.
Ante la falta de estudios científicos, Kichic dijo que no se puede 
afirmar que esté aumentando la prevalencia de este mal moderno. “Pero sí
 vemos que la actual forma de estar conectados todo el tiempo con 
celulares e internet sí puede favorecer la expresión de algunos síntomas
 relacionados con los trastornos de ansiedad”.
Para moderar la nomofobia y aliviar sus síntomas asociados, las 
opciones de tratamientos psicológicos son varias, pero las preferidas 
suelen ser las terapias cognitivo-conductuales. “Todo depende del grado 
que tenga la patología en el paciente, pero las intervenciones 
recomendadas para estos casos van desde programas de reducción de estrés
 hasta el Mindfulness”; aconsejó la psicóloga Patricia Gubbay de Hanono,
 directora de Hémera, un centro especializado en trastornos de ansiedad.
 
Según esta experta, los terapeutas también repasan y reprograman otros 
aspectos de la vida, incluyendo la relación con la comida y el ejercicio
 físico. Y si la situación de adicción lo amerita, un psiquiatra del 
equipo puede proponer un tratamiento farmacológico, con ansiolíticos o 
antidepresivos. Otras opciones incluyen la insensibilización, que expone
 gradualmente al paciente a las situaciones que le provocan el síntoma 
para que éste disminuya y deje de afectar la calidad de vida. Aunque 
cada caso es diferente, el proceso de curación puede llevar de tres a 
seis meses de terapia. Y lo mejor es que son tratamientos que tienen muy
 altas tasas de éxito.



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